AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 98 - DICIEMBRE 2018

O el Silencio Oscuro de los Peces Blancos (La Trampa de tu Cuerpo)

Ramón Asquerino

«Y que el mar recordó de pronto los nombres de todos sus ahogados»
Lorca: Poeta en Nueva York

 

«Habrá que revisar
los bolsillos antes de lavar el recuerdo,
darle la vuelta al cuerpo,
mirar por el cajón de los silencios
o el de los miedos,
o en el cuarto transparente de los besos».
 … que habías nacido

***

Será el temor a ese cuerpo rotulado de miradas,
la tarde roja por todos sus costados,
tus hombros como lubricanes encendidos;
será el mar con alzhéimer,
aullando nombres sin sentido,
la trampa de tu cuerpo
o el silencio de los peces blancos.

Eres como un naufragio universal,
como un diluvio sin arca,
como esa furia de lluvia sin cielo,
como un beso sin principio
ni memoria.

Es el mar quien está contando ahogados,
quien los cambia por la luna,
por su callada y verde transparencia,
entre la casapuerta del olvido
y la bonanza sangrante de tu cuerpo,
herido de presagios.

El mar nuestro de cada día,
no nos faltes hoy tampoco
hasta ir a hollar tu orilla sutil,
dilatada, latente, blanda, apacible;
mar sin la arisca forma de los malecones,
 sin respeto a esos rompeolas que te rezuman
 desde el instante puntual con la brisa,
cuando los peces rezan a la noche,
insomnes salen a caminar las fatigas
y las olas, declinantes, descabezan su siesta.

Huele a desasosiego de mareas ecuestres,
algas como crines exudando
yedras de nombres de ahogados,
 sumergidos eslabones de perfil
se enredan entre la franja de desesperada umbela,
donde es arena tu cintura,
para esculpirla de atardecer,
cuando los espejos se hayan ido
y solo permanezca ese tobillo marcado,
contorno en la inaguantable cadena del afán:
la trampa de tu cuerpo.

Notario de esa luna que tiembla
este cuerpo ajado de recuerdos,
bajo desquiciada y sedienta tierra,
de los deseos poder de ruina
–tormentas atormentadas–,
que pasan su factura de sal y desenfreno:
la piel tostada de palabras encinta,
los nombres de todos sus ahogados
o el silencio de los peces blancos.

Se deshace el tiempo en su penuria
y el mar, sin esquinas, sin bridas,
salta y se miente contra tu cuerpo de arena
–simiente de vahos y besos–
para dejarnos atrapados en el castillo
que edificamos: su lengua
plurilingüe, versión original,
en el mar adentro;
su silencio de pasiones subtituladas,
sus torres de miras, ciegas,
su puente levadizo,
en la trampa de tu cuerpo.

Hoy hemos fingido que nos hemos conocido,
que, como tú, no me quiero morir,
y nos saludaremos con rigor,
como un disimulo minúsculo de orilla,
como una lluvia insensata y sin pudor,
como una mirada de reojo que aoje mi cuerpo,
que se va retirando hasta desvanecerse en el tuyo:
la trampa de tu cuerpo.
…Y el mío, desquiciado, sediento.

O el silencio oscuro de los peces blancos.

 


Mona Kuhn

 

 

 

 

 

 
@ Agitadoras.com 2018